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La escena del día: Celeste & Jesse Forever

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“Sometimes I find myself sitting back and reminiscing,
specially when I have to watch other people kissing”

Cada vez que llega esta fecha – para muchos intrascendente, para otros no tanto -, en el blog abordamos la temática “del día de los enamorados” desde distintos frentes. Una vez lo hicimos desde el cinismo más descarnado y otra desde el romanticismo más esperanzador. Por lógica, me parecía interesante que en esta oportunidad nos situáramos en un plano intermedio, por lo cual empecé a pensar en películas que planteen las relaciones en términos más reales, menos idealistas. Muchas de las que vinieron a mi cabeza ya habían sido objeto de intercambios (La vida de los peces, Like Crazy, Take This Waltz), por lo cual aprovecho la ocasión (y retomo la sección La escena del día) para dejar mi impresión sobre una película que va por el mismo carril de las tres anteriores: Celeste & Jesse Forever. El título no es ni más ni menos que una falsa premisa sobre lo que viene después, es una relectura de todo lo que trae aparejado el concepto de “para siempre”. ¿Qué es exactamente algo eterno? ¿Cuáles son las implicancias de que un vínculo resista el paso del tiempo? El film – co-escrito por Rashida Jones y Will McCormack – desmantela ese “para siempre” de manera inmediata y el preludio a la relación entre los protagonistas dura lo mismo que los títulos de crédito. En ese prólogo vemos, a modo de pantallazo, todos los pormenores de esa relación, desde el comienzo prometedor hasta el final inevitable. ¿Inevitable? Lo escribo e incluso dudo de que la película considere que el quiebre de una pareja sea algo imposible de eludir. Más bien todo lo contrario. El film muestra cómo una serie de actos egoístas de Celeste (en respuesta a actitudes de Jesse) desembocan en un desenlace que bien podría haber sido otro. Celeste & Jesse Forever se centra en un matrimonio a punto de firmar los papeles de divorcio, y que se halla en un estado inverso al de la mayoría: compartiendo su rutina como si todavía estuviesen juntos, disfrutando de la familiaridad, de una amistad imperecedera. El quiebre se produce cuando Jesse advierte que si quiere un futuro, tiene que soltar, y así encuentra en una compañía satisfactoria la posibilidad de una nueva clase de felicidad, ya lejos de Celeste. A partir de ese instante, cualquier gesto de hilaridad que tanto a Jones como a Andy Samberg les sale de taquito es reemplazado por circunstancias incómodas y por demás dolorosas, ya que pasamos a observar todo lo que provoca ese avance de Jesse bajo la perspectiva de Celeste. ¿Qué genera en ella el ver a su ex pareja seguir adelante, reconstruir su vida? ¿Qué genera sentirse uno detenido mientras mira al otro continuar? En Celeste, negación primero, impotencia después y finalmente la seguridad de que ella tuvo la oportunidad de vivir su vida al lado de Jesse y la descartó desde el instante en que otros deseos comenzaron a tener prioridad. “No entiendo por qué no querés estar con él. Es tu mejor amigo. Eso es lo más importante. Lo demás tiene solución” le aconseja Beth (Ari Graynor, mucho más encantadora que en Nick and Norah’s Infinite Playlist) a Celeste, a lo que ella responde: “No tiene un trabajo estable, no lo veo como el padre de mis hijos”. Sus razones serán válidas para unos, banales para otros, pero lo duro es ver al personaje reaccionar de ese modo sabiendo que una decisión se toma siempre en detrimento de otra. Su visión cambia no solo cuando lidia con Jesse y su propio cambio interno, sino cuando toma noción de que efectivamente ese vínculo que tenía con él es irreemplazable porque se produjo por acumulación de circunstancias, de llamados, de horas de sexo, de desayunos, de almuerzos, de encuentros con amigos, de recitales, de caminatas por la playa, de charlas sobre tener un hijo, de risas en el teléfono, de risas cara a cara. Días, semanas, meses, años junto a alguien a quien ella dio por sentado.

Toda la última media hora de Celeste & Jesse Forever es triste desde el momento en que ella se para, cigarrillo y copa en mano, a ver el casamiento de su mejor amiga y siente nostalgia por el suyo que quedó tan atrás en el tiempo; desde el momento en que ella salta de cita en cita sufriendo el doble cuando ninguna resulta como lo esperaba; desde el momento en que ella lo ve a él avanzar y sufre por no poder nadar en las mismas aguas. Por no poder vivir. Como escribió Cortázar en Rayuela: “Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impuso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita a la golondrina. No necesita saber como yo, puede vivir en el desorden sin que ninguna conciencia de orden la retenga. Ese desorden que es un orden misterioso, esa bohemia del cuerpo y el alma que le abre de par en par las verdaderas puertas. Su vida no es desorden más que para mí, enterrado en perjuicios que desprecio y respeto al mismo tiempo”. Por eso precisamente es que Celeste & Jesse Forever es una película realista: porque se atreve a poner a un personaje de cara a decisiones del pasado cuando el presente le despliega otro panorama. La epifanía de Celeste llega, justamente, en ese casamiento y a través de su discurso: “You guys are so lucky to be best friends. Work hard at that, and respect that. Be patient, and you don’t always have to be right. Even if you are, it doesn’t fucking matter anyway. Fight for it every day. I wish I had…”. Ya sabemos lo ineludible que es merodear en un “I wish…”, pero también sabemos lo fútil que es regodearse en él. Por eso, el “forever” del título del film habla de otra cosa, habla de no sucumbir al egoísmo, de querer lo mejor para la otra persona, aunque eso implique soltarle la mano. Hay quienes creen que al encontrar su “otra mitad” la película termina. Pero una vez me dijeron que es en realidad en ese encuentro donde la película empieza. Celeste & Jesse Forever les habla a ese segundo grupo. Habla sobre lo complejo que es encontrar a alguien y luchar por la relación. Creer en ella. No darla por sentado. Saber que el “para siempre” no tiene que ver solo con uno. En la mayoría de los casos, tiene que ver con la felicidad del otro.

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► Les dejo imágenes de Celeste & Jesse Forever:

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Hoy la consigna sería una suerte de Deathmatch del Día de los Enamorados: ¿prefieren las películas románticas con finales felices o con finales realistas? ¿Cuáles, de los que han visto en el género, los han conmovido más? Los que se quieran poner personales pueden compartir si hoy se encuentran en la vereda optimista o en la pesimista del romanticismo; ¡Comenten! ¡Los leo, como siempre! ¡Buen jueves para todos!

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